domingo, 15 de abril de 2018

El Sr. de Milany






El pasado domingo de resurrección, decidimos hacer una excursión por el Ripollès. Queríamos llegar a la cumbre del Castillo de Milany, lo que luego supimos que era unos de los "100 cims" de Catalunya que cataloga la FEEC.
La excursión en sí, es entretenida y bonita. Y llegar al castillo nos permite tener unas vistas espectaculares de diversos sistemas montañosos catalanes. Pero el motivo de la entrada de este blog es transmitir la historia que, mientras subíamos, me explicó mi compañero de camino. No sé si es la leyenda verdadera, pero la historia me gustó y la quiero transmitir. Lo haré en catalán, porque así me la explicaron:

Fa molt, molt de temps, hi havia un peregrí que viatjava tan sols amb quatre pertinences per tots els pobles de la contrada. Una nit plujosa, va arribar a Vallfogona del Ripollès i com plovia a bots i barrals i ell no tenia on dormir, va començar a trucar porta a porta per demanar un lloc calent on descansar.
- Si us plau, doneu-me aixopluc! -cridava desesperat, a cada porta. Però ningú li obria. Alguns mostraven por, d'altres desconfiança, ja que el peregrí, certament, portava la roba desmanyada i no feia de gaire bon veure.
Desesperat davant la manca de compassió de la gent del poble, va començar a enfilar-se muntanya amunt amb la esperança que la naturalesa li pogués oferir allò que l'ésser humà li negava de manera tan rotunda.
A dalt del turó trobà un castell, el Castell del Sr. De Milany i es va decidir trucar a la porta, amb la intenció que almenys li oferissin un sostre on passar la nit. Obrí la porta l'amo, un home ben plantat i seriós. El peregrí va suplicar l'aixopluc que li havien negat al poble i el Sr. li va contestar:
-No supliqui, bon home i passi. Aquí trobarà un àpat calent i un llit on fer nit. I mentre el meus servents li preparen, segui amb mi a l'escalfor de la llar de foc.
El peregrí va quedar molt agraït i ambdós van gaudir d'una bona vetllada. 
L'endemà, abans que el peregrí continués el seu camí, va voler obsequiar al Sr. de Milany amb un present.
-Sr. ha estat molt bondadós amb mi. Ha demostrat tenir un bon cor. És per això que vull que em permeti que li ofereixi aquesta soca. - el Sr. es va quedar estranyat per l'oferiment del peregrí, ja que era un tronc de pi ben senzill- No, no es deixi enganyar per les aparences. Aquest tronc amaga una màgia que molts voldrien. Aquesta humil soca, mentre la tingui, li farà gaudir de l'eternitat. Peró vigili, si li passa alguna cosa, la seva vida es trencarà en mil bocins. Per tant, és un regal amb responsabilitat, que confio que ho farà de ben servir.
El peregrí va marxar i el Sr. de Milany, tot i que escèptic, va guardar la soca a les golfes del Castell.
Van passar els anys, el Sr. de Milany va contraure matrimoni i va tenir descendència. Va anar veient com els seus fills es feien grans i també tenien descendència. La seva estimada dona va morir, sent vella. Però ell es mantenia jove, com aquell dia que el peregrí li va entregar la soca. La mort de la seva dona va ser un cop dur, però ell se sentia encara amb forces i amb moltes coses per fer a la vida. El temps va anar passant, i els seus fills van anar morint, mentre ell es mantenia jove. Darrera els seus fills, van morir els seus nets, i els seus besnéts. El Sr. de Milany començà a sentir-se desesperat, trist, i fins i tot, traïdor, per haver jugat amb el destí.
Va ser amb la mort de la seva besneta, quan la soledat va colpejar el seu cor, envaint-lo fins l'últim racó i fent insoportable la seva existència. De cop i volta, va recordar la veu del peregrí i llavors, decidit a fer quelcom amb aquesta situació, va córrer cap a les golfes.
Un cop allà, remenà tot el que anys i anys s'havia anat guardant fins que trobà la soca, aquella maleïda soca!.
Fou una nit d'hivern, quan el Sr. de Milany, observant la llar de foc, va llençar a dins la soca de la vida eterna. I junt amb el crepitar del foc, el seu cos va començar a escalfar, a cremar-se , a desfer-se en cendres. Així, el Sr. de Milany va decidir acabar amb la seva vida, va decidir que la vida eterna ben pot ser un regal, però, allò tan desitjat per molts, va esdevenir una maledicció per ell. 


 Y mientras me explicaban esta historia, paso a paso, llegamos a la cima. Bonita manera de pasar un domingo.


martes, 26 de septiembre de 2017

El que espera, desespera

Barcelona. Martes, todavía no son las 9h de la mañana. Plaza Catalunya. Paseantes por todos los lados. Algunos están de vacaciones. Otros van a sus quehaceres (trabajo, clase, etc.) Algunos captadores de socios de alguna ONG cargados de optimismo y grande sonrisa. Y una cola. Una cola interminable, parada, llena de gente.
Resoplo y me dirijo al final. Desde la calle Bergara, donde quiero ir hasta el Café Zúrich. Todos vamos a lo mismo: buscar una salida laboral supuestamente mejor. Una salida laboral que requiere esfuerzo, tiempo, ilusión y dinero.
La cola empieza en la oficina de Registro del Ministerio en el área de sanidad. Se han convocado exámenes para obtener plaza de médicos, enfermeros, psicólogos, farmacéuticos y otras profesiones sanitarias.
El examen es en febrero, pero ahora toca presentar la documentación previo pago de tasas.
Paciencia. Se requiere paciencia. En más de una ocasión se me ha pasado por la cabeza marcharme. Me he dicho que es una pérdida de tiempo y no sólo la cola, sino el examen, viendo la de gente interesada en una de las plazas.
Pero no, algo me retiene aquí.
Las 12:10h y no veo la puerta del Registro. Muchos curiosos preguntan a qué se debe esta cola. Se les explica. Algunos respondemos con el morro torcido.
Resulta desesperante. Y sólo toca esperar y esperar. La batería del móvil se va agotando. Repaso redes sociales y sólo se habla del 1O. Me aburre. Me inquieta. Me enfada.
Las 13h. Sigo sin ver la puerta del registro. Necesito ir al baño, pero tengo pocas opciones.
Me he comido las diez uñas de las manos. Me las he limado también. Me enojan las conversaciones ajenas de mi alrededor. Quiero que me atiendan. Me voy desesperando un poco más. Paciencia. Paciencia...
13:23h consigo entrar y tener un número. La gente en la sala de espera jalea alegre porque pronto les tocará. Aprovecho para ir al baño. Alivio. Me siento en la sala de ESPERA. Alivio doble.
Y de nuevo espero. G-172, mesa 11. Mi turno. Allá voy. Una funcionaria aburrida espera a que le entregue la documentación. No me pide nada, se lo entrego todo correctamente. Lo escanea, me entrega los originales con el número de registro y se despide de mí. Son las 14:10h. Cinco horas de cola para una gestión de cinco minutos. Sospecho que algo va mal. Sospecho que el tiempo es un bien infravalorado. Y pienso en otras maneras de invertir mi tiempo. Hoy no he podido ir a trabajar por un funcionamiento deficitario del sistema burocrático. En fin. Ya estoy registrada y ahora a estudiar para el 10 de febrero.

miércoles, 7 de junio de 2017

El "Pócimas"

Un día, íbamos Carlos y yo en el coche por la ronda litoral, cuando advertí la presencia de un coche aparcado que era algo más que un coche.
Al cabo de unas semanas, cuando volvimos a pasar, el coche parecía más un hogar que un medio de transporte. Fuera, estaba un señor de complexión fuerte y mal afeitado.
Mi sensibilidad social me hizo pensar en el tipo de existencia que debía tener ese hombre. Y como muchas veces, hizo uso de mi imaginación para crear un pasado y una vida a aquel desconocido que poco sabía de mi existencia.
Pero lo interesante estaba por venir.
Después del coche, llegó una mesa y una silla. Más tarde, un toldo.
Así fue creando su hogar.
Y decidimos llamarlo el "Pócimas" aquel día que pasamos y vimos que con cuatro maderas, había hecho fuego y encima de éste había una olla humeante. Y la verdad, es que pensamos en Obélix porque su barba y complexión nos recordaba al irreductible galo.
El "Pócimas" se convirtió en alguien conocido y familiar. Cada vez que pasábamos, girábamos la mirada a ver qué se estaba cociendo... Literalmente.
El "Pócimas" no hacía daño a nadie. No estorbaba. Se había montado su casa a partir de un coche abandonado. Nada sé del "Pócimas", sólo que me fascinaba como había ocupado el espacio y lo había hecho suyo.
Hace unas tres semanas, el toldo no estaba. Y hace dos, el coche tampoco. Ni rastro del "Pócimas". Quizá unas llamadas a la Guardia Urbana, o una intervención de Servicios Sociales tengan algo que ver. Solo sé que ya no hay casa, y creo que el irreductible galo ha sucumbido al manual de "como ha de vivir un ser humano". Son conjeturas, pero me lo imagino en una unidad de agudos de psiquiatra por orden judicial. No sé si será feliz, pero ¿quien lo es cuando te marcan como has de llevar tu vida?
PD: (Mi reflexión puede/pretende llevar a un debate interesante sobre libertad, salud mental, ética y civismo)

jueves, 12 de enero de 2017

Hostilidad y desapego

Aseguro que no puedo ser ninguna lumbrera cuando afirmo con rotundidad que estamos en crisis.
Sí, eso lo sabemos todos.
Pero yo quiero referirme a otra clase de crisis: crisis de valores.
Me acompaña quizás, un manto de negatividad estos días que puede generar un exceso de subjetividad; pero lo vengo observando hace años.
Los valores se han ido transformando, desapareciendo y/o generando. Y hay muchas cosas que no me gustan.
No me gusta el mal humor y las caras perdonavidas que quieren ridiculizar tu amabilidad.
No me gustan las mentiras por miedo a no recibir perdón y consuelo por un error. Menos me gustan aquellas que pretenden ocultar incompetencia.
Me siento incómoda con las órdenes disfrazadas de reproches, o reproches disfrazados de órdenes.
Las sentencias de los que se creen poseedores de la verdad absoluta me crispan, y más si no se paran a escuchar o ver tu punto de vista.
Detesto conformarme con la palmadita en la espalda. El esfuerzo está infravalorado y los premios o refuerzos, mal repartidos.
Cierto es que la vulnerabilidad está esparcida. Alguien o algo no calibró bien las proporciones, pero es injusto no reconocer o ver la fragilidad que todos tenemos y que nos hace únicos.
No sé dónde quiero llegar con todo esto. Nace de un cierto hartazgo y desasosiego.
Desconfianza e inseguridad nos hace enfundarnos en una coraza de "quiero y no puedo" o de "me da rabia que sea así pero es lo que hay que hacer si no quieres que te pisen o te engañen". Y así vamos.
Siempre he confiado en el ser humano. Ahora empiezo a poner en duda que el sentimiento de pertenencia a la especie sea rentable. Dudo, incluso que seamos conscientes que pertenecemos a la misma humanidad, una humanidad que tambalea, medio knoqueada. En la era de la globalización, solo nos interesa lo ajeno si podemos sacar provecho de ello.
No. No me gusta. Desgraciadamente no tengo propuestas de gran repercusión para cambiar esta dinámica. Yo, intentaré ser amable, empática y paciente. Es mi responsabilidad como ser humano. Quién me acompaña?

lunes, 14 de noviembre de 2016

Se nos va la vida

Llevo una temporada en la que he incorporado en mi vocabulario una frase que repito más de lo que me gustaría: "Se me va la vida"

Y cuándo la utilizo? Pues, cada vez que soy consciente que he pasado el tiempo haciendo algo que no acaba de resultar productivo.

Se me va la vida cuando navego por internet. Al principio voy focalizada a buscar, revisar lo que me interesa o necesito. Pero me doy cuenta que empiezo a dar vueltas por páginas con "los 15 mejores..." y por vídeos graciosos de gatos y bebés. Sí, después de un rato, me doy cuenta que llevos dos horas delante del ordenador.

Se me va la vida en el transporte público. Estoy pensando seriamente contabilizar el tiempo que paso metida en metro o autobús. Puedo decir que es una barbaridad. Pero esta huida de la vida es distinta a la anterior. En esta ocasión sí que siento desasosiego y el deseo de estar en otro lugar, sobre todo a primera hora de la mañana. Ahora mismo, mientras escribo esto, llevamos más de cinco minutos parados en la estación de Plaça de Sants. Vida, no te vayas!!!!

Se me va la vida con algunas conversaciones inoportunas que se alargan más de la cuenta. Aquí se refleja un poco mi inflexibilidad en algunas cuestiones. Y es que, que alguien tenga necesidad de comunicarse contigo no quiere decir que tú, en ese mismo momento, tengas disponibilidad o disposición de comunicarte. Pero bueno, está huida de la vida hay que respetarla. Porque cuando yo quiera comunicarme también me gustará que me escuchen, al menos.

A todo esto, se me sigue yendo la vida en el metro. Seguimos parados. Y ya van 7 minutos.

Se me va la vida haciendo listas de tareas pendientes. Pueden resultar muy prácticas, pero también son una manera fantástica de evitar ponerse manos a la obra para reducir esa lista.

Y así, sigo parada en el metro. 10 minutos...

Bueno, respiraré profundamente, para sentirme viva...

viernes, 4 de noviembre de 2016

La moda del DIY

Hace un tiempo que algo está cambiando. A pesar que aún llevamos a casa de nuestra madre los pantalones para que nos cosa el bajo, la tendencia ahora es el "házlo tú mismo" o lo que se conoce con el anglicismo "Do It yourself".
Se está imponiendo el interés en lo artesano, lo casero, lo hecho en casa y por nosotros mismos.
Y a pesar de que esto podría llegar a hacernos pensar que está tendencia contradice la del comprar y consumir, nada más lejos de la realidad.
Talleres de cocina oriental, de magdalenas, de elaboración de cervezas, de libretas, de costura, etc. Tiendas de chinos con estantes llenos de bolitas para abalorios, moldes de pasteles, papeles de colorines y goma Eva. En fin, consumir para crear, para desarrollar una afición.
Pero en el fondo, es bonita está tendencia. Yo le encuentro algunos beneficios. Se fomenta la cultura del reciclaje. Se desarrolla la creatividad y la habilidad manual. Y uno se concentra en la tarea y se olvida por un momento de todo lo demás.
Yo me he aficionado a mirar por internet páginas de consejos para mantener el orden en casa (no veas lo genial que es tener las braguillas bien dobladitas en el cajón). También me gusta chafardear páginas de recetas de cocina. Y también me gustan las de hacer pulseritas, pendientes y demás (material tengo, me falta la maña...😥).
Le invierto tiempo y me enfrento con ilusión, pero lo cierto es que miro más que hago.
Volviendo a la tendencia. Creo que estamos en un momento de necesidad de mirar atrás, de volver a aquella época de nuestros abuelos en la que no se podía o no se quería pagar a nadie para resolverles averías, roturas o lo que fuese. Recuperar ésto es buena cosa. El riesgo: que sea moda y como moda, pase y de aquí unos años, no nos acordemos de lo que nos gustaba customizar o tunear ropa, muebles o lo que fuese.

jueves, 6 de octubre de 2016

Colapso

Ayer, Mónica López nos anunciaba en La 1 que iban a haber tormentas en Catalunya.
Poco se ha equivocado la mujer del tiempo. Aún así, parece que el chaparrón nos ha pillado desprevenidos.
Personalmente, estaba en casa cuando ha empezado a caer el diluvio universal y me he podido provisionar del Kit de Lluvia: bambas, paraguas grande y chubasquero.
Pero la ciudad no hace esa previsión. En mi calle, las luces y los semáforos se han apagado de golpe. Los coches circulaban a trompicones. Y los peatones resignados a coger el metro, iban con cara de malas pulgas hacia el andén.
Una vez dentro, nos amontonábamos esperando la llegada del tren. Llega. Lleno. Abrimos. Apretujamos. Consigo entrar mientras una choni de barrio me increpa por mi osadía. Como si no tuviera derecho a propinarle un empujoncito de acompañamiento al Sr. situado en la puerta. Empiezo a sudar. "Overbooking, overbooking" lamenta un caballero. Cojo aire hasta la siguiente parada. En la siguiente parada nos estamos más de 10 minutos estacionados. El tren no se mueve. La gente se desespera. Respiro...
Y esto ocurre cada vez que llueve o cae tormenta.
Mis compañeros que han cogido el coche han sufrido caravanas y pitotes varios.
Me cuesta entender el porqué cuando llueve (y más sabiendo que lo haría) una ciudad como Barcelona se colapsa. No es un ciclón, no ha nevado, no ha venido un huracán. Simplemente ha caído una tormenta. De repente. Pero ya estábamos advertidos. Al menos los fans de Mónica López.